La Comunicación corporativa en la posmodernidad


La comunicación es una relación entre dos sujetos que se entienden mediante una serie de signos que están codificados desde los convencionalismos que aprendemos culturalmente o que sistematizamos e incluimos en nuestro bagaje lingüístico. De la misma manera como existe una comunicación humana, existe la llamada Comunicación empresarial, donde las empresas se convierten en el organismo que inicia el proceso hacia el público; este proceso de transmisión y respuesta en un contexto colectivo, es lo que la misma industria de los negocios y los mercados conocemos como comunicación corporativa, gestión de marca o imagen corporativa.
Hablar de comunicación en las empresas, es hablar de las relaciones que se dan entre los usuarios de las marcas y las empresas; también entre los que no son usuarios y las empresas, y en las relaciones que surgen entre los usuarios y no usuarios de las marcas. Las empresas (micro, pequeñas, medianas o grandes) requieren de un contacto constante con el mercado, desde local, hasta el regional y -por supuesto- global, quienes habilitarán el valor de esas empresas en función de lo que comuniquen. El valor de la marca está decidido enteramente por su poder comunicativo con los mercados correspondientes, ya que de ellos depende la movilidad mercantil en ambientes estables o inestables, de desarrollo o estaticidad.
Los procesos de comunicación de marcas, implican el uso de los valores corporativos y de toda la caterva de leviatanes que devoran nuestra atención (mirada y pensamiento), y nuestros bolsillos. Ahí se encuentran los tradicionales medios masivos de comunicación (que cada día van perdiendo masividad y poder) y los medios digitales, junto con toda su parafernalia geek y metalingüística, además de sus prácticas BTL que cada día implican y modifican los nuevos poderes y nuevos procesos.
La Comunicación empresarial y las relaciones públicas, la publicidad, la promoción, la propaganda, y otros muchos términos llanos y tradicionales, de disciplinas y prácticas no tan disciplinadas pero que suelen evolucionar constantemente en la teoría, reconstruyendo al mundo global, hacen a las carreras y disciplinas de la comunicación  pública, un intrincado mundo alterno transversal pero al mismo tiempo paralelo que tiene su propia lógica y sus propios teóricos que sucumben en  el conato de teorizar y sistematizar las prácticas que repentinamente surgen como éxitos inexplicables y a sus propios usuarios.
La realidad es que la práctica comunicativa no abandona ni abandonará el esquema tradicional que desde hace miles de años Aristóteles manifestó. Lo que es importante en el proceso de comunicación empresarial, es la ética de la práctica, para que desde la honestidad y la congruencia, puedan funcionar los programas corporativos que permitan aumentar el valor de todos los actores involucrados. El usuario, sobre todo, debe no solamente experimentar una sensación psicológica, si no, un bienestar que sea físico y palpable que mejores las condiciones de su vida y de su entorno. No es este un manifiesto comunista pero surge desde la preocupación fehaciente del bien común.

¿Es mediante el escarnio de Trump, que reaccionamos en acuerdos y en enfoques?

¿Qué intención puede tener el mensaje presidencial del día de hoy 5 de abril de 2018 donde se le exige respeto al presidente estadounidense, mencionando lo que habían declarado los candidatos a la presidencia de nuestro país?
¿Simplemente pronunciarse para que haya alguna respuesta o postura?
¿Para exigir respeto?
pero ¿qué significa "exigir respeto"?
Si Trump continúa (que lo está haciendo) e intensifica su pronunciamiento, ¿qué ocurriría?
¿Es a través de la amenaza extranjera que se logra la unidad nacional, mientras entre nosotros nos acribillamos,  dejamos que nuestros políticos nos roben y se burlen de nosotros, o mientras nos avergonzamos de esos líderes que nosotros elegimos y que dejamos gobernar?
¿Es mediante el escarnio público que reaccionamos en acuerdos y en enfoques?, ¿para qué? ¿para seguirnos maltratando y envenenando como traidores, porque entre nosotros podemos jodernos?
La unión debe ser histórica, leal y honesta, congruente con los resultados que hemos vivido en 18, 20, 40, 80 o mas años, con los resultados que vemos en nuestros bolsillos, en nuestras despensas, en las veces que hemos sido asaltados, o en las veces que nos hemos aterrado de ver a nuestros vecinos secuestrados, asesinados o violados. La unión debe ser en esencia contra una vida de escarnio interno y de decisiones que no tomamos.
Pedimos respeto, cuando no somos capaces de respetarnos.
El enemigo está en el aire y la razón acabará con él. 
Seamos razonables.


Infografía por: Anaís Berlín Martínez



Basado en la publicación:
http://interactivo.eluniversal.com.mx/2018/mejores-universidades-2018/#page/1

La fotografía como registro de la irrealidad

La fotografía no es el soporte gráfico de la realidad.
Sergio Guillén




La realidad se percibe de manera individual. Así pues, la realidad depende de la percepción que apela a la sensación provocada en los sentidos, por factores externos o sea, en los registros internos corpóreos, producto de las terminales nerviosas que son sensibles a los estímulos que afectan al cuerpo humano.

La disputa por la percepción versus la realidad gira en torno a entender que la realidad provoca a las sensaciones, las cuales son procesadas intelectualmente, desde los filtros medioambientales, hasta los contextualmente inefables filtros culturales. Dicho procesamiento de información, se convierte en imagen (partiendo de la idea de que una imagen es producto etéreo porque proviene de la imaginación) susceptible de ser interpretada, creando conceptos abstractos de las cosas, desde su función estética.

La imagen de acuerdo con lo anterior, es la manera en que entendemos o procesamos la información que recibimos desde algún estímulo ajeno a quien percibe. Por ello, es que esa información (imaginaria –propia de la imagen-) genera conceptualizaciones de la realidad.

Para entender la idea de lo que es un concepto, podemos partir de clasificar el cómo interpretamos los signos existentes. Si un signo tiene una función meramente icónica o representativa, no podrá ser interpretada de ninguna otra manera, más que lo que se ve; en este punto, el signo es evidencia del significado mismo, pues al ser un signo denotativo, referencial y objetivo, no requiere interpretaciones. Un signo con valor icónico, siempre será objetivo, teniendo como base la primeridad de su significación: una fotografía de un árbol que pretende transmitir la idea de un árbol, tiene ese significado primario, aunque el sujeto que lo perciba no conozca o nunca haya visto un árbol. Lo que él perciba, es esa idea primaria, que luego de ser aprendida por el estímulo, ya podrá ser significada de manera objetiva. Si nunca en mi vida he visto un árbol, ese objeto que tiene hojas, tronco, ramas y que pertenece a la naturaleza; si bajo esas circunstancias veo una fotografía de un árbol (que yo no sé que eso es un árbol), adquiero una postura intelectual al respecto. Si después de ver esa fotografía, veo al objeto, mi interpretación/significación de la realidad será asociada a los dos elementos, al signo y al objeto representado. Ese objeto va a ser calificado por mí (en función de mis contextos culturales, académicos, sociales, ambientales, religiosos, y cualquier otro factor contextual), desde la función estética, volviéndose tanto la imagen, como el objeto, dos elementos que antes eran objetivos, en algo meramente subjetivo, o propio de mi (el sujeto que interpreta), desde mi experiencia con el objeto, con el signo, o con ambos.

La imagen fotográfica nunca tendrá significaciones objetivas aunque:
1. El fotógrafo pretenda marcar su trabajo con un estilo propio y definido.
2. La fábrica pretenda “marcar con su marca” las fotografías que se hagan con sus cámaras, con su tecnología, su óptica, su procesamiento de imagen.
3. El soporte, ya sea una exposición de arte, un libro, una revista o cualquier otro, marquen el contexto de la imagen para pretender significar objetivamente.

La imagen aunque icónica, se vuelve siempre subjetiva pues pertenece a un proceso intelectual, a una serie de calificaciones que los sujetos realizan de la realidad en la que están inmersos. La fotografía de cualquier índole, es subjetiva, ya sea la fotografía periodística, la científica, la publicitaria, la artística o cualquier otro tipo, incluyendo las que aparecen en las credenciales o en los catálogos. La fotografía será el registro de la irrealidad, de la realidad del objeto por un lado, pero de la realidad producto de la visión del fotógrafo y de la visión del espectador-usuario.

La fotografía será imagen de la irrealidad, imagen de lo que no está ni visual, ni sensiblemente para todos.