sin noche

Si la noche no acabara, si la noche no hubiese terminado para darle paso a la madrugada, no podría haberte extrañado tanto, ni podría haberte soñado, podría haberme quedado enredado en ti siempre, disfrutándote más y más a cada beso, a cada mirada, a cada sonrisa, a cada palabra.


¿Podrás quererme aún más? ¿Podrás tenerme otro poco? ¿Podrás asirme firmemente? Porque yo quiero quererte aún más, quiero tenerte otro poco, quiero asirme a ti, afianzarme y apegarme a ti, olerte hasta que termines en mí.

Inexplicable soñarte

Enardecido por tu irrealidad,

podría estar de otra manera???
pues pensar en ti y soñar contigo
desear tus ojos e imaginar tu voz
me hacen arder y congelarme
porque pensarte y quererte
es soñarte , es peligro latente de perderte
despertar y no verte
y entonces desear olvidarte
y arrancarme del cielo tu recuerdo maldito
que me hace desear soñar siempre,
dormir siempre para estar contigo siempre
y siempre amarte.

Tenerte cerca y tenerte siempre
tenerte sola y tenerte siempre
tenerte, quererte y perderte siempre.

Sin embargo, no existe placer más grande
que tu boca que suspira melodías de amores
ni placer más intenso que tu mirada
enviándome amores;
ni sueños tan puros y vivos como tu esencia
ni esencias tan solas de amores solitarios:
eres todo, eres siempre, eres vinos y eres humos
eres tú mi sangre
que recorre en torrentes mis viajes de amores
que dirigen al corazón.

Puedes quererme como yo??
puedes odiarme como yo??
pues así es que yo te quiero
y te odio en igual proporción
con equilibrio y con dolor
con excesos de cuidados y miedos
con excesos de cuidados y temores
con excesos de silencios y de amores.

Si, esto es sólo un sueño inexplicable.

Una historia chiquita

Hola, ¿sabes? Tengo ganas de contarte una historia chiquita, una historia tan chiquita como tu boquita. Esta historia chiquita habla acerca de la luz y de las nubes. ¡Recuerdas que te dije que eras nube? Pues es porque te pareces a la nube de esta historia chiquita, porque además, era una nube chiquita.


La historia comienza así:

-“…las nubes no son chiquitas, ¡cómo se te ocurre!, ¿cuándo has visto una nube chiquita? Las nubes que miras en el cielo, las más pequeñas, tienen varios metros de largo, así que las nubes chiquitas no existen. ¡Imagínate! ¿Qué tal si pasa un pájaro volando aunque sea despacito? La desbarata, ¿no? Por eso no pueden existir las nubes chiquitas.

-Pues dirás cosas muy interesantes, pero yo sé que sí hay nubes chiquitas. Es más, ¡yo tengo una nube chiquita en mi corazón!

-¿Pero cómo? ¿Estás enfermo? ¿Qué te pasa? ¡Dime, por favor!

-¡Jajaja! no, para nada, al contrario, si existiera alguna enfermedad relacionada con eso, tendría que llamarse cariño, amor… o simplemente “nubitis”, que es como tener una nube acariciando el corazón.

-¡Idiota!

-No, se siente bien, de verdad, mira: Imagínate una nube. ¿Ya? Ahora imagina cómo se sentiría. Siente su textura, siente su aroma… ahora, imagínala dentro de tu pecho, debajo de tu piel. Acaricia, ¿No?.

-¡Cálmate wey!, ya no te metas esas madres.

-Y las nubes pues están en el cielo, son agua, son vida, son promesa, son esperanza. Aunque haya nubes muy grandes y muy bajas, pues tenemos la esperanza de que salga el sol, así valoramos lo que existe en la luz, la importancia del calorcito y los roces del airecito que pasa por nuestras cabezas. Las nubes son majestuosas y brillan con la luz dando sombras ricas y hasta forman figuritas en el cielo.

-Qué chido, ojalá yo encontrara una nube.

-Sí, ojalá hubiera millones de “nubes como ella” que alegraran el mundo, que arreglaran el mundo, que iluminaran y llenaran con sonrisitas a todo lo que existe. El universo sería de colorcitos en lugar de negro. Pero únicamente existe una y es maravillosa, y no tengo duda de que me quiere mucho

-¡Cabrón, qué afortunado!

-No, no es suerte. Es amor.