Verte

Necesito verte, verte sin mirarte, verte sin observarte, sin escudriñarte, sin esperar respuestas, sólo verte.

Verte con mis manos y verte con mi piel y trenzarnos en un abrazo que dure por siempre, que se quede marcado en nuestros cuerpos, así, como tatuados, así como si fuésemos parte del otro, extensión del otro, parte del otro. 

Necesito verte sin mirarte, sin hablarte, verte con el pecho y con esos latidos mutuos decirte lo que siento, sin oralidades, sin letras, solo con llantos y presencias

Mi origen hace 80 años


Coacalco, México, a 23 de julio de 2014. Los primeros 80 años de Doña Queta, una cifra que se escribe con solo dos dígitos pero que se traza con una vida de amores, de sonrisas, de soles y de lunas interminables. 

80 años con el dígito que es igual al símbolo del infinito, como infinita es la huella que su lacónico paso en el mundo ha marcado y que es trascendencia. 

Esta es la primera celebración de 80 años que me toca vivir para alguien a quien amo más que a mi mismo: mi origen, mi fuente de vida, mi ejemplo, mi madre.

Vivir sin vesícula para no morir de amor

Una vesícula es como un amor pasado: no sirve para nada mas que para causar dolor. 
Perder una vesícula vale más por perder unos gramos y los dolores que puede provocar, dejando una cicatriz que no es importante puesto que solo queda como recuerdo pero al mismo tiempo asegura que jamás volverá a doler. Yo creo que tengo como 10 vesículas infectadas y purulentas que es necesario expulsar ya sea con rayo láser, con cirugía o con meditación.
Quizá las vesículas son entes inteligentes que se depositan en nuestros organismos para jodernos la vida y para darles trabajo a los médicos, han de ser un invento de la mafia médica para que se ocupe a los doctores constantemente. También es probable que las vesículas hayan sido creadas por los demonios del imperio yanki dado que tienen en su naturaleza la cualidad de mutar velozmente y mimetizarse en páncreas o en otra clase de tripa o de mutar incluso en artefacto y convertirse en clavo. Si un clavo saca a otro clavo, entonces una vesícula saca a otra vesícula aunque solo sea un disfraz o una ilusión.
Entonces la vesícula al ser un símbolo de amores dolorosos y pasados deben ser ignoradas y excluidas de toda atención tal y como si no estuvieran ahí, sin embargo es inminente convivir con ella o de plano extirparla para que jamás, nunca, vuelva a provocar ni molestias ni dolores y dejar un espacio temporal para esos amores que ni duelen ni se vuelven huéspedes permanentes.


Babel

Eran unas ganas enormes de escribir, tan grandes que las palabras se amontonaban, las letras se apretujaban y se volvía una Babel de tinta y papel.

Hacía más de cuatro décadas que había empezado a ocupar espacio en este mundo y hoy, luego de dos años exactos después de esas interminables horas de vida, de sueños, de risas, de lágrimas, de emociones desbordadas, se encontraba en un llano cálido, abrazador, rodeado de pasto seco y crecido, de nubes blancas pequeñas y de olvidos tan agudos que lastimaban la frente y el pecho.

Hacía tiempo que había cumplido sus sueños, hacía tiempo que había logrado crecer hasta devorar el mundo. A grandes bocanadas de palabras, de letras no escritas pero imaginadas, de ojos absortos y de miradas esquivas, bocanadas de cielo que envuelve al mundo.

Pero hacía tiempo también que había quedado sordo de sí mismo y sus ojos habían rodado por la arena suelta cubriéndose de pequeñas rocas que distorsionaban su mirada. Solo veía y escuchaba al viento pasear frente a él, por detrás, por arriba y por debajo, en sensaciones de estar flotando y soñando con la dignidad humana, con la congruencia y la razón. Si. Era ciego, era sordo, era pobre de maldad y vasto de anhelos. Veía sensaciones y experimentaba placeres del mundo como si fuera el nirvana. Lamentable postura de comodidad; lamentable por terrible, por tremenda y por siniestra. Lamentable por fútil y vana. Sin embargo, nunca hubo más verdad y certidumbre en él, nunca más ecuanimidad y laconismo. Esas percepciones paradójicas movían los vientos que le sacudían constantemente llevándole a golpearse con sus sinapsis de ficción.

Era feliz, tenía en sus manos la felicidad, la reconstruía constantemente, la abrazaba y la pulía, la destruía para regenerarla en afán de eternidad, su felicidad era perenne y su mirada ciega, su oído sordo y su mente llagada.

Ocurrió la implosión que nunca imaginó. Reventó hacia sí mismo en una alegoría de magia interna y de sueños cumplidos que le obligó a cerrar canales y a bloquear puertas, a camuflar sus llagas, a llorar en seco, a reír mostrar su consistencia de medusa, transparente y tersa, planeando  la implosión siguiente en tanto sus ausentes lágrimas reían tras las máscaras desechadas.

Babel ganaba una vez más ayudando a la dispersión de nociones, de emociones y poblando de demonios y ángeles el reino.

Volar

Volar en tu piel y en tu sangre. Volar en tus ojos y en tus esperanzas. Volar en tu tiempo sin existir tiempo. Volar sin ti, volar por ti, volar contigo. Pero volar volar con alas de angel y alas de demonio, volar como nube y como las sombras vuelan. Volar. Volar la imaginación y volar el sueño, volar la sensación y la emoción. Volar todo, volar y mirar lo que veo: Un mundo sin mi, un mundo de piedras y de agua, de mortales y de certezas, de mentiras y noblezas pero mirarlo desde arriba, donde habita Dios y habitan los ángeles. Volar con risas y con lágrimas, volar con llantos y con sangre, volar con felicidad y con tristeza, volar con anhelos y decepciones.


Mirar

Recién, cuando levanté mi rostro, miré hacia adelante de mí y encontré fuerza y sonrisa. Una fuerza y una sonrisa propia de un volcán de alegrías, si, de esos dulces de bolitas de amaranto endulzadas, volcán del que emana alegría como confeti llenando el cielo de colores que mi daltonismo disfruta como loco y con locura examinando los ojos que son cafés pero que veo azules y digo que son verdes. Recién miré levantando mi cabeza y enfocando con incredulidad mis ojos se llenaron de imágenes, que no conocía pero que soñaba, las imágenes de la sonrisa y del futuro, de las luces y del agua, del aroma y del tiempo.

No sé si necesito dejar de volar, volar me vuelve loco y me hace ver cabezas y no me deja ver las nubes desde abajo. Si yo vuelo, las formas de las nubes no son las mismas que los demás ven, por ello es que tú puedes mirar lo que miro yo y encontrar más nubes que las que miro yo y mostrármelas y compartirnos nubes.

Libertad

La posibilidad que da la libertad de creer, de sentir, de vivir, está siempre supeditada por las condiciones que el contexto otorga. Se es libre o no gracias al pensamiento y al espíritu; se es libre porque se quiere ser libre. La libertad verdadera está en la posibilidad de de asumir  la realidad y generar esa libertad donde no se vea la existencia de yugos, donde no se asuma como celda la condición humana, si no que esa condición humana sea precisamente el génesis de la libertad. y por supuesto, como decía Erich Fromm, la libertad  "varía de acuerdo con el grado de autoconciencia". La libertad en el amor, en el dolor, en en el sexo, en el conocimiento, en el matrimonio, en el trabajo nunca debe ser vista como esclavitud, como inacción, como camisa de fuerza. Si es así, si se percibe al amor, al trabajo, al matrimonio, etcétera como esclavitud solo generará rencores consigo mismo y con ese rubro de su vida transformando la percepción a una opinión sesgada por el pensamiento mismo del individuo que "desea" ver falta de libertad donde debería ver acción. Así, es que:

  • La posibilidad de "ser" es un acto de libertad. Libertario siempre, emancipador siempre. 
  • La posibilidad de creer es un acto libertario que rompe las cadenas de si mismo que lo unen a la realidad y poder saberse y confiar en si mismo. 
  • La posibilidad de sentir amor es un acto de libertad y es libertario porque abre un mundo a la felicidad,  a la identidad misma, a la asimilación de la realidad como debiera ser la realidad y por su puesto a la opinión de si mismo y acerca del entorno como luz.

Brillos y tiempos

El brillo del tiempo en ti se crece con el tiempo, el brillo en ti se abruma con palabras; por ello es que Cronos brilla y sufre y siente y se ha suicidado una vez y otra vez más cada vez que tu mirada se embarca en las naves de las grafías danzantes, ondulantes y sonrientes que se afianzan a tus arterias; Cronos siente y compensa los errores del pasado, el veloz tránsito del mundo y de las vidas que de repente se sublimaron. Brillas siempre en la sombra del tiempo y en las palabras, brillas siempre en el recuerdo y en la memoria; brillas aunque las humedades pretendan callarte, brillas porque mis ideas se reflejan en ti provocando supernovas y densidades extraordinarias que no permiten alejarse, que jalan, que succionan más y más adentro. Adentro de ti, adentro de mi, adentro de ambos desafiando y transformando al tímido Cronos.