Huir

Me agota pensar en ti, cada que cierro mis ojos te veo ahí, luminosa, resplandeciente, radiante, hermosa… entonces corro, intento huir para liberarme de ese recuerdo, pero ahí sigues, paciente y calmada. Corro y no logro dejarte atrás. Ya no te quiero pero ahí estás acosándome sin acosarme, en mutis, inactiva y en acción. La tortura de ti me hace seguir con trémulos pasos producto del temor de cerrar los ojos y verte, y olerte y sentirte y extrañarte. Te extraño pero no te quiero, ni quiero extrañarte. Prefiero dormir con los ojos abiertos que tener que cerrarlos, prefiero no cerrar los ojos y permitir la luz real y no la tuya. Prefiero que mis ojos daltónicos no te recreen en nadie más.  Me cansa pensar en ti porque tengo que huir de donde estás para no pensarte. Ajena a la realidad, a mi realidad; ajena a mis colores; ajena a querer verte y desear olvidarte. Solamente huyo de tu recuerdo, pero quizá no deseo olvidarte, huyo y corro alejándome, pero te llevo a cuestas, consciente de que vas en mí. Me canso de ti y de mi mismo me canso, me canso de intentar olvidarte y de desearlo, de correr, de esconderme de tu recuerdo que siempre me encuentra, que siempre me atrapa. Y cuando no puedo esconderme más, solo me haces llorar de ausencia, de vacío, de decepción y de olvido.