¿Basta un diseño "bonito"?


Ejemplo de cinco cervezas artesanales mexicanas y su valor comunicativo a través de sus etiquetas.

La presente investigación consiste en las etiquetas y su relación con el contenido. O sea, es un estudio subjetivo de calidad en el diseño, tomando como indicativo, el sabor y mi experiencia con la cultura visual.
El estudio parte de cinco Cervezas artesanales mexicanas con etiquetas interesantes, pero la mayoría de ellas, alejadas de su sabor. O sea, la etiqueta no refleja la imagen de la cerveza. Todas tienen buenas etiquetas como recurso visual, pero no todas reflejan lo que el paladar percibe; por ejemplo:
La cerveza 1 de izquierda a derecha: "babalao" deliciosa cerveza oaxaqueña con sensaciones de frescura, tradición y gozo excesivo, bien representado en la etiqueta.

La cerveza 2, Homero sabor café; en efecto, sabe a café y es dulce, pero la combinación amargo-dulce-maltoso no es deliciosa y la etiqueta habla de una fiesta de sabores populares cuando lo que percibes es algo sumamente exótico y difícil de combinar con cualquier otro sabor.

La cerveza  3, Agua mala, tiene una imagen muy congruente con su sabor y con la sensación esperada en el paladar, en la imagen visual, en su frescura y aroma; buena etiqueta muy bien diseñada y poco estereotipada en “lo mexicano” y una extraordinaria cerveza.

La cerveza 4, Calavera (Mexican Imperial Stout), un producto de temporada de Día de Muertos, con magnífico aroma a piloncillo y canela (como la calabaza en tacha), peca de sabor intenso que rompe con la imagen juguetona e inocente de la etiqueta, que tiende más a lo “Halloween” que a lo mexicano. La cerveza no tiene un sabor informal, pero la etiqueta muestra una imagen que sí lo es.

La cerveza 5, Bufadora, con una etiqueta de imagen europea y tradicional cuyo sabor es congruente sin pasar a lo magnífico, es una cerveza que no destaca por su imagen visual pero sí en el sentido del gusto, a pesar que la etiqueta no le permita destacar y por lo tanto, competir.

No basta con crear productos de comunicación pública con valores estéticos que resalten y que llamen la atención, si lo que se ofrece no corresponde con el contenido. La angustia y la frustración provocada en el usuario puede ser determinante en el consumo perdiendo clientes o formando clientes cautivos orgullosos de sus productos, de sus marcas y por lo tanto, orgullosos de ellos mismos.

La erotización de la vida cotidiana


El deseo
 El mundo está plagado de erotismo, de deseos sexuales reprimidos y conscientes. El erotismo en la vida cotidiana no es una simple construcción social producto de la cultura, sino que está implícita en la naturaleza del ser humano, en los genes animales de nuestra especie. Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, basó sus estudios psicológicos en el erotismo, en la naturaleza sexual del ser humano como motor del ser donde mencionaba al mismo tiempo la importancia de conocer estos procesos de erotización como una forma de control o de liberación. Si alguien tiene libertad sexual, tiene libertad de pensamiento y por lo tanto su cosmovisión está en posibilidad de crecer, y no porque el culo esté pegado al cerebro (coloquialmente se dice que a veces pensamos con las nalgas (o con el pene, como una mención del valor sexual que damos a nuestras decisiones).
El mundo erotiza porque está erotizado, porque nuestro cuerpo es una zona erógena completa: desde el oído, la vista, el tacto, el gusto, el olfato y hasta esas antenas invisibles que nos permiten percibir lo que no tiene materia (como el amor, la tensión, la paz, la esperanza, etcétera).
 El sexo por si mismo vende, porque todos compramos sexo, porque todos consumimos sexo, porque todos vendemos sexo.
Pensemos en la gran cantidad de erotismo que puede tener una boca, un ombligo, un perfil o una mirada. ¿Cómo tiene que ser la imagen que sea portadora de ese valor erótico?, ¿cómo tiene que ser la imagen para ser entendida como objeto representante del deseo? Sin duda, en ningún caso tendrá que ser algo amenazante y deleznable, no tendrá que ser una imagen mal iluminada, mal enfocada, mal encuadrada, ni grotesca, ni una imagen que sea tan común que no pueda quedar inscrita en nuestra memoria.
Las perversiones están presentes todo el tiempo y el deseo forma parte irrefutable de ello. ¿Qué nos erotiza, qué nos mueve, qué nos excita, qué provoca nuestros deseos? La respuesta siempre será un misterio que vive en nosotros mismos de manera inconsciente y en el mejor de los casos, en la consciencia de la cotidianidad como secreto de la felicidad.

Naturaleza de la imagen.

Génesis de la imagen.
1.       La imagen viene de la percepción, de cómo entendemos las cosas. Ya habíamos definido que la imagen se refiere a la re-presentación mental que tenemos de algo. Esa representación mental se materializa en un recurso gráfico; así, el recurso gráfico es entendido como imagen, ya que representa la manera como alguien entendió al objeto (objetivo) representado, o cómo se pretende que sea entendido. La imagen pretende transmitir ideas, información. La imagen en un elemento de comunicación muy poderoso, ya que no requiere de una decodificación, si no que es percibida fácil y rápidamente, a diferencia de la tipografía, que requiere de una lectura en un proceso de decodificación que requiere un aprendizaje, la imagen no.
2.       La imagen como recurso gráfico es analizada como recurso ideológico y transformador de la realidad a partir de la hegemonía de occidente en el mundo y la cultura, es por ello que tomamos como referencia estos procesos de control social, impuestos por las clases poderosas (la iglesia, particularmente el cristianismo).
3.       El origen de las imágenes es en el oscurantismo, la representación figurativa. Es la imagen por analogía, o sea imágenes icónicas que deben tener semejanza con la naturaleza e incluso, mejorarla. Utilizar las imágenes figurativas son un gran pase de acceso a la voluntad de las personas pues además que no requieren de una decodificación, sirven de elemento de aceptación de algo que la gente puede entender fácilmente y que es cercano a ella y a la realidad. Es la materialización de la naturaleza que en ese momento está ausente, pero es traída en la obra de arte u objeto artesanal o aparentemente decorativo.
4.       Durante el renacimiento, la naturaleza sigue siendo el eje rector, sin embargo no es la naturaleza por la naturaleza misma, sino encontrar en la naturaleza, la verdad y la belleza en los patrones que la conforman. Por ello es que a esta etapa en el origen de la imagen, se le conoce como periodo analítico. La imagen es producto de la perfección natural y por ello, surgen las academias como escuelas y elementos de regulación de los estilos artísticos.
5.       En el origen actual de la imagen, hablamos del fin de la re-presentación donde podemos referirnos a que la imagen ya no es necesariamente icónica, ni necesariamente abstracta. Existe actualmente una diversidad enorme entre la concepción de la imagen y la representación de la misma. La imagen no tiene por qué ser perfecta ni imperfecta, no tiene porqué ser abstracta o figurativa. Basta con que la imagen sea portadora de las ideas y que esté inscrita en un código estético (código oculto) para que pueda funcionar e insertarse efectivamente en su contexto. Re-presentar a la realidad, ya no es una necesidad. Explorar nuevas formas de decir algo mediante nuevas formas, es ahora la tarea del arte.