Ignorancia

¿Hacia dónde vamos con tanto amor y con tantos sueños? ¿Qué esperamos obtener de cada beso y cada pensamiento? ¿Que hacen en nuestras almas cada lágrima y cada grito? ¿Qué esperamos obtener de Dios hablando a través de nuestros cuerpos? ¿Qué nos falta? ¿A dónde pretendemos llegar? ¿Deseamos algo o no lo sabemos aún? ¿Tenemos esperanzas reales o solo sueños y viajes imaginarios acerca de lo que nos gustaría? ¿Necesitamos tiempo aún? ¿O es por el tiempo que nos somete, la razón de nuestro suplicio? ¿Nos suplicamos por desesperación, por ignorancia o por soledad?

¿Por qué se callan las palabras?

La voz es el vehículo humano que utilizan las palabras para transitar en viajes preciosos de nubes retóricas y océanos denotados, por desiertos confusos y por infiernos necios. La voz es la utilización de las palabras materializadas en sonidos y en contextos. De tal manera la voz, lo que uno dice está envuelto en matices de cultura, en matices de contexto, en matices de intenciones y en matices del pensamiento.

Cuando la cultura se encuentra mutilada, se vuelve obvio que habrá rasgos inconclusos que deberán ser construidos arbitrariamente y desde las posibilidades intelectuales de quien lleve a cabo dicha práctica. Y si los contextos se tornan ajenos entre quien emite y quien recibe, ocurre el mismo fenómeno de parcialización no solo de los signos ocupados, sino también de los referentes y de los contenidos globales, limitándose la comunicación a un simple diálogo vacío de simbolismos importantes y lleno de vacío de ausencias semánticas emancipadoras.

La función de intencionalidad se encuentra envuelta en las funciones del discurso y de su estructuración, haciéndole provechoso para el individuo en tanto constructor de realidades, de pensamientos o de ideas; mientras que de la misma manera, puede ser simplemente paliativo de sensación de bienestar al no existir compromisos mutuos en el intercambio de signos, por ejemplo en una charla informal con un taxista acerca del calor o del tráfico de la ciudad.

Cuando las intenciones buscan algo importante y rechazan la futilidad, banalidad y superficialidad, el pensamiento humano dota a la voz con un discurso estructurado capaz de llevar en sí a la verdad, al contexto y al rasgo cultural propio, siempre que el receptor conoce previamente los fundamentos o estructuras culturales, psicológicas y contextuales del emisor; de lo contrario, el discurso se reduce a frivolidad y será tratado de manera aislada. Por ejemplo, una madre que habla de su hijo como un joven que no obedece y es grosero, puede considerarse desde un punto de vista parcial si se desconoce el origen de la problemática y el trato que se le ha dado anteriormente.

El último rasgo que envuelve a la voz es el del pensamiento, y menciono que es el último rasgo porque el pensamiento está manipulado por los elementos anteriores, el pensamiento es resultado de la combinación de la cultura, de los contextos y de las intenciones tanto de quien suele emitir, como de quien suele recibir. Aquí la inteligencia (asunto ajeno al pensamiento para los fines de este trabajo) no es juzgada, simplemente es subordinada y tratada en su justo término, que sin duda refiere a necesidades de la imaginación concretas y simples, como puede ser la relación existente entre emisor y receptor por ejemplo, la relación entre un médico y su paciente o entre hermanos, incluso el funcionamiento es distinto entre relaciones de noviazgo o matrimonios. Lo que pensamos al emitir una voz, no depende de la inteligencia que tengamos, pero sí depende de las experiencias previas y de lo que nos pueda unir con nuestro interlocutor.

Las palabras suelen callar siempre por decisión propia. Las palabras no son calladas a menos que se asesine. Las palabras no callan, porque son entes vivos y como tales, pueden cansarse de luchar y luchar, pueden cansarse de seguir siendo, quizá porque llegan a los sordos de corazón, o porque llegan a manos que se sienten amenazadas y destruyen en consecuencia. Pero las palabras no callan, solamente bajan la voz y se dispersan lentamente, muy despacito para resultar efectivas en donde no haya sordera ni haya estupidez.

Las palabras no callan, porque callaría el espíritu y el espíritu ni calla, ni muere, ni se traiciona a sí mismo.

Sabiduría Semiótica

¿¿¿Semiótica, y eso ke es???

Signa a tu madre, ¿es una grosería? No, solo una petición de bautizo

La mamá signo, a su hijo signo: No me contextes que soy tu madre

Cuando quieras amarme, ya estaré en un contexto diferente, así que te signas!!!

¡Ash, deja de estarme signando!

Los signos del zodiaco: + para sumar, - para restar, x para multiplicar siempre y cuando eso lo usa Acuario, Tauro, o Leo...


Quisiera ser un microbito... yiaaaak, qué mala rola!!! Eso es SEMIOFOBIA!

Semilogía a la Juanga através del signo de igual: Te pareces tanto a mi, que que no puedes engañarme...

Tu metalenguaje es una apología semántica propia de la paradigmática relación catártica que acostumbras usar para hacerme creer que eres muy chingón.

Me preguntó el profe y por no contextar correctamente, me signó...

La semiótica y la histérica, causan el mismo efecto: repulsión

La metalinguística es a donde quieren llegar las lenguas en una carrera

Aaaaatención, Re-ferente, marchen!!


¿No que no me amabas? ¿y qué signados haces aquí???


Le dije a mi diccionario: Significas mucho para mi.


El papel de un diseñador en la industria

Todas las empresas tienen necesidades de comunicación en cualquier nivel, desde simplemente a nivel interno en cuanto a su papelería cotidiana (hojas membretadas, recibos, ordenes de pedido, facturas, y muchas otras formas impresas) que sin duda, requieren de un diseño adecuado que de identidad a la empresa y por supuesto que esto se reflejará en la sensación de arraigo y por supuesto, en la identidad de los colaboradores de la empresa.

Recientemente, platicando con un director de área, observé un conflicto y me di cuenta que es un problema sustancial muy común en las empresas. Este problema se llama “personalización”, “estilo”, “sello propio” o incluso, “celo profesional”.

El problema de la personalización o el sello propio, radica en que los dirigentes se sienten libres de hacer las cosas a su propio estilo, con su toque personal, de tal manera que haciendo una analogía con los trabajos escolares, un alumno que desea hacer “ver bien” a su trabajo, le pone stickers, folders de colores, o hasta diamantina y piedritas de colores, creyendo que esto mejora y caracteriza a su trabajo. En este mismo rubro, puedo incluir a aquellos que hacen sus trabajos escritos con escasos conocimientos de los procesadores de texto y no se preocupa por los márgenes, cornisas, pies de página, folios, sangrías, interlineados, tipografías o inclusión de imágenes. En el caso de una empresa, que es el tema que nos interesa (y desde el cual puede establecerse el lineamiento para ser ocupado por un docente en sus clases) esto no puede ser posible. Permitir que cada persona haga con el recurso que será impreso (aún un memorándum) lo que considere adecuado, es una aberración funcional y atenta drásticamente con la idea de identidad e imagen corporativa.

Aunque una empresa carezca de un programa formal de identidad, debe buscarse la homogeneidad en la presentación de los recursos impresos evitando así lo que ya es frecuente : que sea el impresor quien decide cómo serán las tarjetas de presentación, las facturas o los flyers y si el impresor es otro, las impresiones serán distintas. De la misma manera, si un director de área es relevado por otra persona, este último hará las cosas a su propio estilo en medida que la empresa lo permita. No imagino a un McDonalds adornado con tiras de popotes y papel picado porque se encuentre en provincia y el gerente decida que así “se ve bien” o preparando las hamburguesas a su propio estilo porque él dice que así saben mejor. O tampoco imagino a un escritor diciéndole a su editor cómo quiere que sea la retícula, la caja de texto, la tipografía y su puntaje, el tipo de papel, el sistema de impresión o el sistema de empastado. En este ejemplo, el escritor puede y quizá debe participar en el diseño, pero no decide las cuestiones elementales de diseño. Para eso está el experto en diseño editorial.

¿Por qué existen entonces los protocolos y los formatos para cartas o memorándums? Entonces no sería necesario que la secretaria fuera a una escuela y confiemos plenamente en que ella encontrará la mejor manera de realizar sus escritos, porque además así se siente más cómoda y libre.

Es indudable que una empresa seria y directores, jefes, coordinadores y ejecutivos verdaderamente profesionales, confíen en la utilidad, en los beneficios, en las ventajas y en el poder aglutinador de ideologías empresariales que tiene un programa de identidad corporativa o la participación de profesionales en diseño para cosas que tienen que ver con diseño: desde un manual de uso interno hasta una presentación ejecutiva o una campaña de comunicación pública. Un profesional en diseño garantiza la funcionalidad y los valores estéticos adecuados, así como la estandarización de la imagen de la empresa. Pensar en el estilo propio de un sujeto para realizar por ejemplo un texto (del tipo que sea) en una empresa, es un error y sin duda habla de la falta de profesionalización y visión correcta de las necesidades de identidad de una empresa.