Psicotropía


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Gozo de una manía consciente, producto de tu atención  a mi funcionamiento inconsciente, obsesión de elegir amarte y simbolizarte a través de pensamientos de euforia. Tengo una inclinación que suprime a mi depresión maniática, mi locura de sueño libidinal, manifiesta en mi alma la regresión a mis oralidades y a mis puentes cognitivos que generaron un pensamiento trastornado por la función psicotrópica de tus manifestaciones límbicas. 

Siempre la exogamia bendita nos permitió el éxtasis de conocernos, y aborrece la megalomanía creando condicionantes intrínsecos a la realidad simbólica del ser, que como síntoma sinestésico, se manifiesta en forma de amor, aunque mi lábil afecto provoque discordancias perceptuales; sin embargo, la agitación psicomotora de nuestra libido provoca que la ley del efecto produzca fijaciones que nos crean dependencias de pulsión de soledad y dependencia.

No tengo duda alguna de mi euforia, de mi obsesión y estado psicótico por tu presencia afectiva y te amo más que a nadie en el mundo, es esto entonces la verdadera intervención de psicoterapia, el amor que brinda la psicóloga, con psicología, en su estado puro del alma, compartiendo su experiencia psicógena ante los estímulos de afecto y las proyecciones que en conjunto manifestamos en nuestras totémicas relaciones psicogenéticas y psicopatías, generando oligofrénicas entregas conscientes delirantes siempre de padecimientos crónicos provocados a raíz del trauma sublime del ósculo y el acto primario. La paranoia se extiende entonces a través de la supresión y las angustias que provocan la ausencia y la polarización del otro mediante el ego que nos une.



Nunca


Nunca te voy a dejar ¿y sabes por qué? es por tu manera de reír. Me gusta que te enfades y que rezongues mis palabras, me gusta que me aguantes y que no me pidas nada, aunque me pides todo y te rías a veces a la inversa.

Me gusta crear para ti. Y me gusta soñar para ti. Me gusta soñar contigo y que quepas perfecta en mí, porque juntos no dormimos, soñamos el mundo de los dos. Inflamos globos de agua y los aventamos a las nubes en valses y viajes oníricos que nos dejan llover lágrimas de catarsis.
Nunca te voy a dejar que sigas llorando sola, prefiero llorar el mundo y acompañarte con burbujas, crear un ambiente de sueños con fuego y soledad, con vientos y con nuestra ausencia, abstractos en mundos rotos que permean gotitas de tiempo.

Me gusta encontrarme en tus ojos y capturarte en los míos. Me gusta ser tuyo y que me juegues, que me muevas y me hagas hablar, por eso, nunca te voy a dejar. Y nunca te voy a dejar porque tu ausencia me devuelve al fango, me devuelve mis alas rotas y retira la luz de mí.
Nunca te voy a dejar porque no quiero que me dejes, no me dejes sin tus ojos porque ciego no amaría, no me dejes sin tus labios porque sin voz sucumbiría, no me dejes sin tu cuerpo porque el cielo sin estrellas nunca es lindo.

Nunca te voy a dejar porque sé lo importante que eres para mí, porque sé lo grande que soy en ti, porque revientas esferas repletas de colores, porque no puedo ser más de lo que era sin ti, porque no aprendí a soñar sin trenzarme en tus piernas, porque las razones para no dejarte están llenas de porqués. Porque los porqués sobran cuando toco tu existencia. Sin duda que nunca voy a dejarte porque me veo muy feliz.
Y quiero seguir esperando por tus dientes, por tu sexo de batalla que pelea con amor, por tus pechos de placeres, por tu gozosa voz. Quiero seguir esperando todo: tu tiempo y tu voz, tu grito centelleante y tus cicatrices olvidadas, quiero seguir esperando todo: esperar por ti y por tu amor. Por las tortugas que pasean por la ciudad, por la cerveza que se frustra cuando cobran una de más, por el vino gratis en un centro cultural, por la gorda que cantaba y la giganta que baila sola en soledad. Por las luces del agua que brinca de felicidad, por los doscientos pesos que siempre queremos pagar, por la vida junta que deseamos gozar. ¿Y sabes? Nunca te voy a dejar.

Centrohistóricamente tuyo

Tu ombligo


Siempre necesité alguien a quien amar con tanto placer de amar. Siempre necesité de ti, de tus cuidados, de tus precauciones, de tus encantos. Siempre necesité de ti, siempre te inventé y siempre te escribí, como siempre me aterré de no estar sin ti, de vivir sin ti, de que quizá no existieras o de que te esfumaras de mi. Siempre necesité saber de ti.

Mis hombros gritan porque no reposas ahí, y lloran porque no reciben tus lágrimas, mis hombros gritan de ausencias de ti porque no te miran ni te escuchan volar. Estás tan lejos que mis hombros no te abarcan, que tu recuerdo se diluye entre montañas, que amordaza la voz de ti y me amordaza a mi. La distancia se vuelve nuestra y amamos nuestra ausencia, amamos esa distancia que se convierte en promesa. La distancia nos arroja a la desesperación mutua que nos mantiene unidos sin dolor, sin sangre, sin olvidos. La distancia nos arroja desesperación mutua que nos une con deseos, con anhelos, con esperanzas.
Te lloro y riego así tu recuerdo en tu cuerpo, te devuelvo mi desesperación por ti, y lo devuelvo entregándote en tu ombligo el amor de ti por mí, el dolor de ausencias mutuas, el color maravilloso del daltonismo verbal y de semillas infructuosas que crecen esperanzas ufanas o esperanzas bastas de amores. Semillas infructuosas de frutos de amor, que nacen en el alma y que florecen en palabras y en besos, en panes, en manos, en silbidos…
Te amo y no temes por mi amor, amor que destroza y que se hunde en rabietas de justicia, amor que espanta por su ejército de grafías interminables, amor que sucumbe ante tu mirada de engañosa sencillez.

Invertir nuestros anhelos

  • Revolución no es solamente la lucha de sombrerudos y Adelitas con escopetas y machetes al hombro. La revolución es una filosofía de vida que incluye la libertad de pensamiento y la emancipación verdadera del espíritu, el abolir las cadenas de la sumisión y la injusticia desde la consciencia.  

    Yo creo firmemente en la perfectibilidad del ser humano, creo en la dignidad y en la consciencia humana como eje transformador. He predicado con ejemplo y he manifestado a mis alumnos la innegable necesidad de imponerse contra las injusticias a través de la razón y del actuar con congruencia, sin embargo la semilla no ha sido suficiente. No hemos perdido nada, solo hemos invertido tiempo, aliento, anhelos y dignidad.