Volar

Volar en tu piel y en tu sangre. Volar en tus ojos y en tus esperanzas. Volar en tu tiempo sin existir tiempo. Volar sin ti, volar por ti, volar contigo. Pero volar volar con alas de angel y alas de demonio, volar como nube y como las sombras vuelan. Volar. Volar la imaginación y volar el sueño, volar la sensación y la emoción. Volar todo, volar y mirar lo que veo: Un mundo sin mi, un mundo de piedras y de agua, de mortales y de certezas, de mentiras y noblezas pero mirarlo desde arriba, donde habita Dios y habitan los ángeles. Volar con risas y con lágrimas, volar con llantos y con sangre, volar con felicidad y con tristeza, volar con anhelos y decepciones.


Mirar

Recién, cuando levanté mi rostro, miré hacia adelante de mí y encontré fuerza y sonrisa. Una fuerza y una sonrisa propia de un volcán de alegrías, si, de esos dulces de bolitas de amaranto endulzadas, volcán del que emana alegría como confeti llenando el cielo de colores que mi daltonismo disfruta como loco y con locura examinando los ojos que son cafés pero que veo azules y digo que son verdes. Recién miré levantando mi cabeza y enfocando con incredulidad mis ojos se llenaron de imágenes, que no conocía pero que soñaba, las imágenes de la sonrisa y del futuro, de las luces y del agua, del aroma y del tiempo.

No sé si necesito dejar de volar, volar me vuelve loco y me hace ver cabezas y no me deja ver las nubes desde abajo. Si yo vuelo, las formas de las nubes no son las mismas que los demás ven, por ello es que tú puedes mirar lo que miro yo y encontrar más nubes que las que miro yo y mostrármelas y compartirnos nubes.