Tu ombligo


Siempre necesité alguien a quien amar con tanto placer de amar. Siempre necesité de ti, de tus cuidados, de tus precauciones, de tus encantos. Siempre necesité de ti, siempre te inventé y siempre te escribí, como siempre me aterré de no estar sin ti, de vivir sin ti, de que quizá no existieras o de que te esfumaras de mi. Siempre necesité saber de ti.

Mis hombros gritan porque no reposas ahí, y lloran porque no reciben tus lágrimas, mis hombros gritan de ausencias de ti porque no te miran ni te escuchan volar. Estás tan lejos que mis hombros no te abarcan, que tu recuerdo se diluye entre montañas, que amordaza la voz de ti y me amordaza a mi. La distancia se vuelve nuestra y amamos nuestra ausencia, amamos esa distancia que se convierte en promesa. La distancia nos arroja a la desesperación mutua que nos mantiene unidos sin dolor, sin sangre, sin olvidos. La distancia nos arroja desesperación mutua que nos une con deseos, con anhelos, con esperanzas.
Te lloro y riego así tu recuerdo en tu cuerpo, te devuelvo mi desesperación por ti, y lo devuelvo entregándote en tu ombligo el amor de ti por mí, el dolor de ausencias mutuas, el color maravilloso del daltonismo verbal y de semillas infructuosas que crecen esperanzas ufanas o esperanzas bastas de amores. Semillas infructuosas de frutos de amor, que nacen en el alma y que florecen en palabras y en besos, en panes, en manos, en silbidos…
Te amo y no temes por mi amor, amor que destroza y que se hunde en rabietas de justicia, amor que espanta por su ejército de grafías interminables, amor que sucumbe ante tu mirada de engañosa sencillez.

2 comentarios:

Sex Shop dijo...

Muy buenooooo!!!!!!!!!!!!

bokitadecereza dijo...

wo0ow esta súper padre

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