Nunca


Nunca te voy a dejar ¿y sabes por qué? es por tu manera de reír. Me gusta que te enfades y que rezongues mis palabras, me gusta que me aguantes y que no me pidas nada, aunque me pides todo y te rías a veces a la inversa.

Me gusta crear para ti. Y me gusta soñar para ti. Me gusta soñar contigo y que quepas perfecta en mí, porque juntos no dormimos, soñamos el mundo de los dos. Inflamos globos de agua y los aventamos a las nubes en valses y viajes oníricos que nos dejan llover lágrimas de catarsis.
Nunca te voy a dejar que sigas llorando sola, prefiero llorar el mundo y acompañarte con burbujas, crear un ambiente de sueños con fuego y soledad, con vientos y con nuestra ausencia, abstractos en mundos rotos que permean gotitas de tiempo.

Me gusta encontrarme en tus ojos y capturarte en los míos. Me gusta ser tuyo y que me juegues, que me muevas y me hagas hablar, por eso, nunca te voy a dejar. Y nunca te voy a dejar porque tu ausencia me devuelve al fango, me devuelve mis alas rotas y retira la luz de mí.
Nunca te voy a dejar porque no quiero que me dejes, no me dejes sin tus ojos porque ciego no amaría, no me dejes sin tus labios porque sin voz sucumbiría, no me dejes sin tu cuerpo porque el cielo sin estrellas nunca es lindo.

Nunca te voy a dejar porque sé lo importante que eres para mí, porque sé lo grande que soy en ti, porque revientas esferas repletas de colores, porque no puedo ser más de lo que era sin ti, porque no aprendí a soñar sin trenzarme en tus piernas, porque las razones para no dejarte están llenas de porqués. Porque los porqués sobran cuando toco tu existencia. Sin duda que nunca voy a dejarte porque me veo muy feliz.
Y quiero seguir esperando por tus dientes, por tu sexo de batalla que pelea con amor, por tus pechos de placeres, por tu gozosa voz. Quiero seguir esperando todo: tu tiempo y tu voz, tu grito centelleante y tus cicatrices olvidadas, quiero seguir esperando todo: esperar por ti y por tu amor. Por las tortugas que pasean por la ciudad, por la cerveza que se frustra cuando cobran una de más, por el vino gratis en un centro cultural, por la gorda que cantaba y la giganta que baila sola en soledad. Por las luces del agua que brinca de felicidad, por los doscientos pesos que siempre queremos pagar, por la vida junta que deseamos gozar. ¿Y sabes? Nunca te voy a dejar.

Centrohistóricamente tuyo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Señor, me pongo de pie y me declaro tu fan.

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