Cuando sueño tanto, me distraigo de las cosas esenciales
de mi vida aunque no las olvido. Me distraigo de pensar en la bendición
magnífica y en la magia sensacional de idearte, en la gloriosa huida al valle de
las nubes por sentir todo tu amor. Y me construyo ideas redundantes de
argumentos plagados de necesidad. Necesito pensarte más y extrañarte menos.
Tienes mi vida, mis proyectos de vivir, mis ansias siempre activas y a mi piel
ávida por ti.
No pude caer en mejores besos, en mejores almas, en mejores
pieles ni en mejores manos que las tuyas, manos únicas que abrasan y se
afianzan con orgullo; pieles únicas que resisten fríos y se colorean con luz; almas únicas que
emanan fusiones, que vuelan libres por debajo de mi, orquestándome; besos
únicos que existen solos en mi cosmos llenando mis espacios de sobriedad, de
estallidos de muerte y de explosiones fantásticas de nubes verdes. No pude caer
en mejor sustento que en ti. Mi vuelo errado y sombrío, rasante y lento se tornó en revolución mágica de
apabullante felicidad. Estoy extenuado de tanta luz, de tanto amor, de tanto de
ti. Estoy extenuado de tanta boca y de tanta verdad, extenuado de gozos y
brillos del corazón, extenuados de tanto cariño, te tanta comprensión, de tanta
tolerancia, de tanto orgullo, de tanta admiración. Estoy extenuado y no puedo
más que descansar en ti.
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