-¡No manches (me dijo con su voz siempre sonriente), que me regaña mi mamá porque agarré su bolso!
-¿Y eso qué? pregunté extrañado.
-Pues es que no saqué el anillo vibrador que usamos ayer.
-¡Jajaja! ¿en serio? y ¿qué te dijo?
-Pues nada, que no chingue, que sea más prudente.
-Ajá ¿y luego?
-Pues nada, sólo que ha de ser raro.
-Si, para los padres no ha de ser chido que sepan que se andan cogiendo a su hija, ¿no?
-¡Ay que feo lo dices!, se escuchó bien naco.
-¡Cálmate, pedigri!, bueno, corrijo: cuando se enteren que su hija ha estado probando las mieles del cíclope, ¡jaja!
-¡Pendejo! Ya ves cómo no me valoras? ¡wey, no estás con tus cuates!
-Ay ya cálmate. ¡Era una broma!
-¡Pues síguele, pendejo y a ver quién chingados te va a hacer el favor!
-¡Uy!, no sabía que me hacías el favor. De haberlo sabido no te invitaba al cine ni pagaba las chelas.
-¡Hijodelachingada, de verdad te pasas!
-¡Wey! cómo quieres que te respete si tú misma no te respetas? Sabes que te adoro como nunca lo había hecho y que eres muy importante para mi. ¡Ya, tranquis!
-Bueno, pero no seas ojete conmigo, ¿vale?
-¡Vale!
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