Recién, cuando levanté mi rostro, miré hacia adelante de mí
y encontré fuerza y sonrisa. Una fuerza y una sonrisa propia de un volcán de
alegrías, si, de esos dulces de bolitas de amaranto endulzadas, volcán del que
emana alegría como confeti llenando el cielo de colores que mi daltonismo
disfruta como loco y con locura examinando los ojos que son cafés pero que veo azules
y digo que son verdes. Recién miré levantando mi cabeza y enfocando con
incredulidad mis ojos se llenaron de imágenes, que no conocía pero que soñaba,
las imágenes de la sonrisa y del futuro, de las luces y del agua, del aroma y
del tiempo.
No sé si necesito dejar de volar, volar me vuelve loco y me
hace ver cabezas y no me deja ver las nubes desde abajo. Si yo vuelo, las
formas de las nubes no son las mismas que los demás ven, por ello es que tú
puedes mirar lo que miro yo y encontrar más nubes que las que miro yo y mostrármelas
y compartirnos nubes.
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