
Caminando por la calle, adormilado en el micro, preocupado porque no me asalten, aburrido hojeando una revista en el sangrons , o cualquier otra situación en donde se trabaje la vista incluida la lectura en el baño, en la sala de espera, o viendo la tele, siempre me rodeo de mensajes gráficos, los cuales en su totalidad debieron haber sido creados con una intención, con un propósito, o como dicen los libros de comunicación, con una función emotiva o de intencionalidad.
Difícilmente sabemos quién armó el mensaje, quién estructuró el lenguaje o quién decidió el contenido. Esa incertidumbre no es evidente, pues estamos acostumbrados a tomar como verdaderos, serios o válidos los discursos que aparecen en los "siempre respetados medios masivos de comunicación". Como esos mensajes no son juzgados y por el contrario, son deificados, no solemos criticar ni su estructura, lenguaje, o forma de decir las cosas. La presencia pública de los medios, no garantiza de ninguna manera la certeza, la validez o verdad del mensaje, y menos aún, la presencia estética adecuada al contexto urbano, o mediático donde se manifieste.
¿De qué estoy hablando? De una correcta aplicación estilística, artística, metalingüística o referencial. En palabras simples: de UN BUEN o MAL DISEÑO.
¿Cómo juzgarlos?, ¿cómo sabemos si un diseño es bueno o malo?, ¿tendrá alguna importancia el valor estético?
La respuesta a todas las preguntas anteriores se puede resumir en pensar en los valores culturales, en la educación de los pueblos donde se manifiesten los mensajes, en la carga informativa que posean los habitantes de las localidades y por ello mismo, menospreciando el papel globalizador, popular o contracultural sin duda alguna, de las modas o de los estilos populares vigentes.
Mal diseño es diseñar sin razón. Es ser únicamente viscerales y faltos de talento. Mal diseño es (como diseñador gráfico) cobrar poquito para agarrar chambas y por eso, no comprometerse. Mal diseño es improvisar, es no explorar, no investigar, es no utilizar la espada del augurio de los Thundercats para ver "más allá de lo evidente".
Es malo el diseño malo. Y es muy malo porque puede sumir a los grupos sociales en el fango de la mediocridad, en la porquería de la improvisación sin talento, en el fusil descarado, en la inerte labor del hemisferio cerebral creativo y del científico… en la ausencia de identidad.
Carecer de identidad, es carecer de origen, que en términos muy mexicanos, es el equivalente a no tener madre.
Autor: Sergio Ángel Guillén León.
Licenciado en Diseño de la Comunicación Gráfica y Máster en Administración de Negocios